Thursday, August 23, 2007

¡¡¡¡Señor!!!!!


Esta palabra casi siempre se utiliza para denotar respeto hacia alguien. En la calle, se lo decimos a cualquier persona de edad madura y en las invitaciones se antepone esta palabra para darle un poco de elegancia y seriedad al nombre que le sigue. Ni que decir de los templos religiosos, donde el Señor adquiere su significado mas poderoso.
En el ámbito futbolero, esta palabra toma un significado muy diferente. El “señor”, en este caso, se utiliza para dirigirse a un personaje que siempre esta en el ojo del huracán. La mayoría de las veces, acompañamos al respetuosísimo vocablo “señor” de todo tipo de improperios. Así es, la verdad es casi siempre nos dirigimos al árbitro en forma altanera, irrespetuosa, grosera y, en el mejor de los casos, solo desaprobatoria.
Así como hay veces que los reclamos son mas que
justificados, la verdad es que si analizamos fríamente, la verdad es que muchas veces los reclamos son desde infundados hasta absurdos. Peor aún, hay veces que el jugador demuestra que no se sabe el reglamento.
Y es que hay de reclamos a reclamos. Por ejemplo, hay veces que reclamamos en manera inmediata y/o automática. La más clásica es cuando hay una mano. Automáticamente gritamos “¡mano!”, aún y cuando actualmente depende del criterio del árbitro para saber si es o no deliberada. En otras ocasiones, hasta da pena ajena lo que reclama algún jugador. O bien, nunca falta el exagerado que se pasa reclamando cinco minutos una jugada, que aunque tenga razón, realmente no tiene ninguna importancia para el desarrollo del partido.
Desde luego, al yo ser jugador, tengo que admitir que muchas veces me he sentido robado por el árbitro, y desde luego que reclamo prácticamante cada sábado. El meollo del
asunto es no perder la cabeza y no reclamar en forma airada, sino mas bien en plan de negociar con el árbitro, que en algunas ocasiones es suficientemente abierto para explicarte que vio (o no vio) o porque marcó de esa forma. Y de igual manera, nunca faltan los árbitros que no permiten ni una sola palabra, y que de inicio son castrantes. En mi opinión, es lo peor que puede hacer un árbitro, ya que se pone aún más en contra a los dos equipos, que de inicio ya estan predispuestos a recibir lo que para ellos serán marcaciones injustas.
He tenido la “fortuna” de ser árbitro en algunos torneos amateurs. La verdad es que hasta que no te pones en sus zapatos, no los comprendes a plenitud. Recuerdo la primera vez que me tocó arbitrear en un partido oficial. La primera jugada que hubo un tapón y que el balón salio por la banda, me quedé pasmado por uno segundos. Uta!!, me quedé pensando ¿quien la tocó al final?. El paro lo hizo uno de los dos jugadores, cuando recogió el balón y sacó antes de que yo indicara para que lado era. Fue en ese momento cuando verdaderamente comprendí la complejidad de ser árbitro. Eso fue hace mas de diez años, y hoy en día probablemente con lo que he aprendido de lo que veo en la tele y escucho en la radio, haría un mucho mejor trabajo.
Justamente ayer vi una entrevista en DeporTV, donde el cínico de Joaquin Urrea (aquel árbitro que pitó el tercer juego de la final entre Pumas y America en Queretaro a mediados de los ochenta), dijo que él era el “padre de la rivalidad” entre éstos dos equipos. Me acordé de lo
encabritado que me sentí en aquella época (y aflora el mismo sentimiento cada vez que me acuerdo), ya que como buen seguidor puma, me sentí ultrajado. Y verlo ayer riéndose prácticamente de lo sucedido, pues vaya que arde. Pero lo interesante esta en reflexionar si en efecto el árbitro puede llegar a tener tanta importancia. ¿Realmente perdieron los Pumas por culpa de Urrea? La respuesta es, no necesariamente, pero definitivamente si hubiera utilizado el mismo criterio en las dos manos (la que marcó y la que dejó de marcar), seguramente hubieran cambiado las cosas.

Aquí entramos a otro terreno escabroso: el criterio. Y es que es aquí donde entra lo subjetivo del juego. Lo que para mi es falta, puede no serlo para otra persona, y lo que para mi es una clara mano, para otra persona fue con el pecho. El ojo, el ángulo y la interpretación se juntan para tomar una decisión en menos de un segundo. Vaya que es difícil, si lo vemos desde esta perspectiva. Y muchas veces, si se juntan a favor o en contra dos o tres de estas discrepancias, lo más fácil es pensar mal y hacer el juicio de que el árbitro está comprado o es mala leche. Si bien no meto las manos al fuego por ningún árbitro, la verdad es que apuesto que la mayoría de las veces que son acusados, no es por que el árbitro sea deshonesto. Y por supuesto que también hay árbitros que desconocen el reglamento (especialmente en el fut amateur), o que son mala leche, o de plano ineptos. Y definitivamente es difícil tragarse el reclamo cuando te toca uno de éstos. Pero vuelvo a lo mismo, a veces hay que tratar de entender lo difícil del trabajo, y darles un poco el beneficio de la duda.

Solo imagina que el árbitro tuviera la facultad (o la puntada) de irte a reclamar cuando rebanas un balón o fallas un penalty. Arma en tu mente la imagen del árbitro gritándote “no manches, como fallaste eso!!”. ¿A verdad, a poco no te arderías? Pues igual, cuando tu le gritas a un árbitro que es un imbecil por no marcar una falta, por supuesto que se arde, y por supuesto que va a empezar a marcar un poco sesgado. Es parte inherente del ser humano.

Como siempre digo, el equilibrio es muy importante en todos los ámbitos de la vida. A fin de cuentas, jugadores y árbitros necesitan coexistir para que se lleve a cabo un juego de futbol. Entonces, ¿no habrá forma de que los jugadores de inicio nos metamos a leer completo el reglamento, y a su vez los árbitros nos den chance de desfogarnos sin que nos amonesten o expulsen, siempre y cuando no los insultemos? Creo que por ahí va la cosa.....


Por Sergio el "Cañón Vasco" Viso

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